Cuento de Libreta

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Recuerdo | Cuento de Libreta

Recuerdo


“Recuerdo que mi falta de imaginación y confianza fue lo que te convenció de que yo no era el chico ideal para estar contigo”.


Realmente no estoy seguro de cuándo fue la primera vez que te vi, ni cómo fue que nuestros caminos se cruzaron. Solo sé que en tus brazos veía un refugio para consolar mi dolor y quería recurrir a ellos eternamente. Amaba esa manía tuya de morderte el labio inferior, pero más me encantaba tu rostro sensual que, sin querer, se formaba cuando lo hacías.

Tampoco puedo recordar las palabras exactas que te dije para invitarte a salir. Solo tengo muy presente tu amable evasiva al responderme que lo ibas a pensar. En ese momento sentí un vacío desconsolador porque no quería arruinar lo poco o mucho que teníamos entre nosotros. No estoy seguro si te comenté que fuéramos a caminar o a cenar; quizá esa falta de imaginación y/o seguridad en mí mismo durante ese momento tan crucial fue lo que te convenció de que yo no era el ideal para disfrutar de momentos increíbles.

Por cierto, la ansiedad que recorría mi cuerpo mientras pasaban los minutos y las horas para conocer tu veredicto me estaba matando.

A la mañana siguiente, creo que fue en una parada de autobuses, coincidimos nuevamente y, seguramente con mi cara de idiota enamorado, te saludé a lo lejos. Aunque tú me evadiste para seguir tu camino, yo sé que me viste, sé que te diste cuenta de mi sonrisa torcida y sé que me ignoraste deliberadamente.

Supongo que esa fue tu manera, elegante o no, de confirmarme que había sido un tonto por encariñarme y creer que alguien como yo podría siquiera pensar en estar a tu lado.

Coincidimos en una parada de autobuses y te saludé a lo lejos. Sé que me viste y sé que te diste cuenta de mi sonrisa retorcida, pero me ignoraste deliberadamente.

Mis ojos se volvieron quebradizos, al punto de contener el llanto. No sé si la gente se percató de que me acababan de romper el corazón y tampoco estoy seguro de cuánto tiempo estuve inmóvil sin mayor ánimo que ser violentamente atropellado por algún autobús.

—Parece que se aproxima una tormenta. —Me dijo una señora que se alistaba para abrir su paraguas negro.

Entonces le respondí que en mí ya había un huracán interno y me alejé.

Al tiempo que mis lágrimas por fin brotaron, la lluvia también se desató y solo así pude disimular el estado tan deplorable en que me encontraba.

Ahora ya ha pasado un año desde entonces y me arrepiento de no haberte alcanzado esa vez. Lamento mucho no haberte llamado, ni haberte buscado nuevamente para conocer si estarías dispuesta o no a obsequiarme un par de horas de tu valioso tiempo.

Aunque es muy probable que ya estés disfrutando del amor con alguien más, no hay día que no me levante pensando en ti, ni noche que no me duerma abrazado de la almohada creyendo que es por mí por quien te muerdes el labio inferior para formar ese rostro sensual tan tuyo.


Aunque es muy probable que ya disfrutes del amor con alguien más, no hay día que no me levante pensando en ti.

¿Fin?


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