“Al menos en ese momento, cuando estás haciendo el amor, ¿le pierdes el miedo a la muerte?”
La misión era tomar la colina. Éramos cuatro… bueno, cinco contando a nuestro general, quien acababa de perder una mano al estallarle una granada, por lo que ya no podía luchar como cuando lo conocí. Sin embargo, aún era joven y muy enfocado.
La colina estaba encharcada y lodosa por la lluvia. Había mucha niebla. En el camino había muchos soldados enemigos, quienes mayormente estaban escondidos entre la maleza y los arbustos. Nuestro objetivo era ser sorprendidos, tratar de repeler sus ataques y, con un poco de suerte, retrasarlos.
—¿Tenías miedo?
—¿De qué? —respondí.
—De que te mataran…
—Nunca sabrás bien si tienes miedo a morir —respondí enérgicamente.
—Yo diría que sí. De hecho, creo que ese es mi mayor miedo.
—Eso es algo que les ha pasado a todos los hombres y nadie está exento.
—Lo sé, lo sé.
—Dime, ¿alguna vez le has hecho el amor a una auténtica gran mujer?
—La verdad es que mi novia es bastante sexy.
—Y cuando haces el amor con ella, ¿sientes una pasión hermosa y verdadera? ¿Al menos en ese momento le pierdes el miedo a la muerte?
—No, no suele ocurrirme.
—Creo que el amor, el que es verdadero y real, hace una tregua con la muerte. La cobardía viene de no amar o no amar bien, que para mí es lo mismo.
Un compañero, quien intermitentemente venía escuchando nuestra conversación, recalcó: “Cuando el hombre apasionado y valiente mira de frente a la muerte, la derrota porque ama con todo su corazón; así es como logra apartarla de su universo. Luego, inevitablemente, regresará para llevárselo, pero es ahí, en ese preciso momento, cuando se llega la hora de hacer el amor nuevamente y volverse eterno”.
¿Fin?
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